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Falsa cúpula_Andrea Pozzo

 

La falsa cúpula es una pintura de Andrea Pozzo realizada para la iglesia de la Badia delle Sante Flora e Lucilla entre 1701 y 1702, por encargo del prior Vincenzo de' Chiasserini de Monterchi.

Andrea Pozzo, sacerdote jesuita nacido en Trento en 1642 y muerto en Viena en 1709, fue un gran arquitecto, pintor, decorador y teórico de la perspectiva del Barroco italiano tardío. La serie de falsas cúpulas realizada por Pozzo, comprende ocho pinturas, algunas enteramente pintadas por el autor, otras ejecutadas en colaboración con otros artistas o a partir de un proyecto suyo. La primera obra realizada con este sujeto fue la de Sant'Ignazio en Roma de 1685, a la que siguieron las de Frascati, Montepulciano, Arezzo, L'Aquila, Viena, Lubiana y Modena. Estas pinturas, realizadas sobre lienzo o sobre tabla, son de grandes dimensiones y, a través del empleo de la perspectiva, imitan en el plano las concavidades y las convexidades de las cúpulas reales que, por varios motivos, no fue posible construir. La falsa cúpula de Arezzo recuerda la que el artista pintó para la iglesia de Sant'Ignazio en Roma, aunque con dimensiones reducidas. En efecto el lienzo aretino tiene un diámetro máximo de 8.20 metros, mientras aquella romana presenta un diámetro de 18 metros. Fue inicialmente ejecutada por el artista en la 'ciudad eterna' para luego ser enviada en 1702 a Arezzo a la iglesia de la Badia, donde fue inaugurada en el mes de julio del mismo año en ocasión de la fiesta de las Santa Flora y Lucilla. El lienzo llegó a Arezzo desde Roma, en el momento del montaje resultó demasiado pequeño y fue necesario añadir una parte pintada, probablemente obra de dos discípulos del artista, quizás Antonio Colli o Paolo Greco, que trabajaron con el maestro en Montepulciano y en Lucignano entre 1702 y el 1703. La pintura, colocada a quince metros del suelo, se encuentra en la abertura circular de la bóveda en la intersección de la nave central y el transepto, sobre el altar mayor. La obra, que representa el intradós de una cúpula, está caracterizada por el abundante empleo de líneas curvas, que sirven para crear, a través de la perspectiva, un efecto tridimensional de gran realismo. Para gozar de la mejor manera posible la ilusión de la perspectiva, se aconseja ponerse sobre la señal metálica colocada en el suelo frente al altar.

La superficie pintada, de aproximadamente 52 metros cuadrados, está sustentada por un bastidor con la parte externa de álamo y pequeños listones de abeto y apoya en un sistema de ménsulas de madera y mampostería, posicionadas en una moldura que remata la abertura de la bóveda. La pintura realizada al temple magro, tiene una fina imprimación con pegamento. El dibujo preparatorio, que representaba únicamente las líneas de perspectiva y las principales formas arquitectónicas, se había realizado a grabado y pincel. La representación de la cúpula es muy compleja: en primer plano hay unas ventanas que se alternan con columnas y se apoyan sobre ménsulas dobles y se prolongan en unas esbeltas nervaduras, que intercalando los casetones de la bóveda y creando ocho enjutas en el intradós de la cúpula, alcanzan la luminosa y altísima linterna. La franja de falsas taraceas de mármol en el borde inferior fue realizada por los colaboradores. El elemento principal de la obra es el efecto óptico de profundidad creado por el autor, que hace que una pintura ejecutada en un lienzo plano aparezca casi real, tanto que tenemos la impresión de la presencia de una verdadera cúpula. La ilusión de la perspectiva es, de hecho, una de las características peculiares de la producción artística de Andrea Pozzo, fruto de una gran experiencia práctica y teórica, como demuestran sus dos volúmenes titulados Perspectiva pictorum et architectorum, publicados en 1693 y en 1700. El juego ilusionístico representado por esta pintura tiene implicaciones teológicas: como un  determinado punto de observación permite ver la correcta perspectiva de la cúpula, del mismo modo sólo la fe permite contemplar la Verdad. La iluminación interna de la obra, que inunda la falsa arquitectura desde la izquierda, resulta de gran efecto; de echo, la luz, real o pintada, desempeña un papel fundamental para conseguir el ilusionismo perspectico. El artista presta gran atención a los efectos de color de la arquitectura pintada, también en relación con el color real de la iglesia, por tanto es probable que haya visitado la Badia antes de la ejecución de la obra. Pocos son los colores que se utilizan para definir la arquitectura pintada, blanco, negro, ocre y los toques de rosa y azul del marmoleado. Hay que notar el uso del blanco de plomo para enfatizar la incidencia de la luz. La obra ha sido objeto de varias restauraciones, una de las más importantes, terminada en 1702, fue realizada por el carpintero aretino Alberto Salvi, y en la última, realizada entre 1988 y 1992, se han quitado la ceniza y el hollín acumulado en el tiempo a causa del humo de las velas, que ha devuelto a la obra su realismo originario. Después de más de tres siglos, la " falsa cúpula" de Andrea Pozzo sigue siendo uno de los atractivos más destacados de la hermosa iglesia benedictina.

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