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Retablo Albergotti_Giorgio Vasari

Asunción y Coronación de la Vírgen

La obra, en origen realizada por Giorgio Vasari en 1567 para Filippo Salviati y destinada al convento de las monjas de San Vincenzo en Prato, fue adquirida en cambio por el aretino Nerozzo Albergotti y colocada en 1570 en la capilla de familia en la Pieve de Santa María en Arezzo. Luego, en 1865, al momento de la restauración en formas romanicas de la Pieve, demolida la capilla Albergotti, el retablo fue trasladado en la Badia de las Santas Flora y Lucilla.

Realizada al óleo sobre tabla con medidas de 500x400 cm incluyendo el monumental marco, el retablo está constituido por una grande pintura central que representa en dos registros la Asunción y Coronación  de la Vírgen, dos pinturas laterales más pequeñas con San Donato y San Francesco y, encima una centina con ocho tabletas poligonales que representan a las Santas Caterina de Siena, Apollonia, Agata, Orsola, Caterina de Alessandria, Lucia, Margherita y Maddalena. El conjunto está unido por un marco monumental, entallado, dorado y pintado.

La pintura central está dividida en dos partes: la superior está caracterizada por la presencia de la Vírgen y de Jesús, rodeados y sustentado cada uno por nueve angeles dispuestos magistralmente alrededor de los dos personajes, mientras que al centro, en alto, hay una paloma blanca símbolo del Espíritu Santo. Una luz dorada y divina enfatiza el gesto con el cual Jesús, con el brazo extendido hacia María, está a punto de posarle la corona en la cabeza.

Los personajes están sostenidos por un estrato de nubes blancas que delimitan la parte inferior de la pintura, que representa doce hombres, los Apóstoles, dispuestos alrededor del sarcófago lleno de flores en el cual estaba dispuesto el cuerpo de María antes de la asunción. Algunos Apóstoles levantan ojos y manos al cielo para exaltar y admirar la coronación de la Virgen, otros miran hacia abajo el sarcófago ya vacío. El último hombre a la derecha mira fuera de la pintura, casi buscando un contacto visual con quien observa la obra; se trata de un autorretrato de Vasari.

La representación en la tabla lateral izquierda del obispo Donato, patrón de la ciudad, podría aludir al cuento del descubrimiento de los restos de los Santos, ocurrido en 1570 durante los trabajos para la realización, en la Pieve de S. María, del altar de la familia Albergotti, planeado por Vasari mismo para Nerozzo Albergotti.

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